Monstruos Cavernicolas

 

El Bicho Amarillo

Es hijo de babosas y en realidad es amarillo y negro. Tiene tres ojos y unas púas como brasas. Mata a los hombres con la mirada.

 

Los Mengues

También llamados Ujanos, son como gusanos. Mientras que algunos viven en el cuerpo de ciertas personas, otros son de dimensiones extraordinarias, y llegan a devorar a un hombre si no se les da un kilo de carne diario.

 

Estos monstruos subterráneos no son tan feroces como el Cuegle o el Culebre.                                          El Cuegle y el Culebre son seres muy primitivos salidos de las entrañas de la tierra. Ambos tienen algo de reptiles y de gusanos, de animales inferiores y rastreros, de ahí que sean tan malos. El Oáncano, Roblón y Basilísco son muy dañinos, pero no siempre mortales. En cambio, el Cuegle y el Culebre son sanguinarios, necesitan ser crueles.                                                                                                Si vamos a los montes de Tresviso, podremos ver que estos animales aún existen, aunque quedan muy pocos.

 

El Culebre

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Es una mezcla entre dragón y serpiente, habitan en las peñas y acantilados de Cantabria y guardan tesoros que escondieron antaño los moros. A este ser se le puede mantener a raya a cambio de entregarle carne humana una vez al año. Así, uno de los Culebres más conocidos es el que mató el apóstol Santiago cerca de San Vicente de la Barquera: los habitantes de la ciudad se habían comprometido a entregarle al Culebre una doncella cada año a cambio de que no les destrozara los sembrados, diezmara sus rebaños....A la joven se la escogía por sorteo y, un año, la doncella elegida al verse a punto de ser devorada por aquel horrible monstruo, invocó a Santiago que apareció por los aires montado en su caballo blanco y dio muerte al Culebre. Todavía hoy pueden verse las huellas que dejaron los cascos del caballo de Santiago.

 

El Cuegle

Las bondadosas Anjanas a causa de una maldición, se transforman en verdaderas brujas que cada treinta años se unen con osos viejos. Como consecuencia, al cabo de veinte meses paren un ser extraño y monstruoso: El Cuegle.

Este, tiene cuerpo de animal, la cara es de hombre con tres ojos y un cuerno, tiene tres brazos con manos que carecen de dedos y cinco filas de afilados dientes. Comen todo tipo de animales, pero lo que más les gusta son las garduñas y los zorros. También comen niños pequeños, a los que roban con cuna y todo. Para evitar esto, las madres ponen en la cuna una ramita de acebo o roblecillo y, al llegar el Cuegle y olerlo, siente tales náuseas que tiene que salir corriendo pues no soporta el olor de las hojas con las que le alimentaron sus madres de pequeño. Tampoco pueden tomar leche, que es letal para ellos.                                                                                                                                                               Son realmente voraces e insaciables, nunca se ven llenos, por lo que entran en las casas y devoran las despensas. A veces, estos atracones acaban con la vida del Cuegle.                                                          Pero a pesar de los estragos que puede causar este ser, la gente prefiere que se muera de viejo, pues de su podrido cadáver salen  unos gusanos rojiblancos muy gordos que se transforman en babosas y, si alguien consigue apoderarse de una de éstas, la suerte no le abandonará, vivirá cien años, tendrá siempre buenas cosechas y el Ojáncano no le hará mal.