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El Oj�ncano y La Oj�ncana Son los crueles due�os de la Monta�a. Viven en cuevas y cavernas y s�lo seres sobrenaturales, como un duende o una Anjana, pueden proteger a los hombres del Oj�ncano. El Oj�ncano s�lo abandona la Monta�a por la noche para arrasar sembrados, incendiar pajares y casas, derribar puentes, destrozar bosques y degollar terneros e incluso hombres. Es un descomunal y robusto gigante. Tiene diez dedos en cada mano y en cada pie. En una de sus manos lleva una honda de piel de lobo, y en la otra un bast�n negro que puede transformarse en lobo, v�bora o cuervo, sus tres malignos amigos suyos. Entre los pelos de su enmara�ada, sucia y larga barba, se distingue uno blanco. Este pelo cano es su punto d�bil, si alguien consigue arranc�rselo el Oj�ncano morir� inmediatamente. Tiene un �nico ojo con el que puede verlo todo por muy lejano que est�. El Oj�ncano vive en su cueva con la Oj�ncana, m�s feroz a�n que �l. Esta, sin embargo, tiene dos ojos y se caracteriza por sus dos enormes y rollizos pechos que le cuelgan hasta el vientre. Su manjar preferido es la sangre de los ni�os que se extrav�an en el bosque. Esta pareja de monstruos no se unen para formar una prole, sino que se reproducen de la siguiente manera: Cuando un Oj�ncano est� viejo, los dem�s lo matan y entierran junto a un roble lo que lleve dentro del vientre. Al cabo de nueve meses salen unos enormes gusanos amarillentos, viscosos y malolientes. La Oj�ncana les amamanta durante tres a�os con la sangre que mana de sus pechos y al cabo de ese tiempo ya son Oj�ncanos y Oj�ncanas adultos.
El Robl�n Es un gigant�n m�s grande a�n que el Oj�ncano. Seg�n cuentan los ancianos que lo vieron, era un roble normal hasta que una tarde de tormenta se refugi� una muchachita en el enorme hueco que el roble ten�a en su viejo tronco. El �rbol experiment� una extra�a sensaci�n ante la proximidad de la hermos�sima joven y empez� a estrechar a la mocita en un abrazo mortal, con lo que �sta, pereci� aplastada. El �rbol absorbi� la sustancia de aquel cuerpo, lo que le hizo crecer desmesuradamente y al cabo de muchos a�os adquiri� un aspecto antropom�rfico. Cuando lleg� al l�mite de su crecimiento, sinti� la necesidad de moverse y as� sali� de la tierra y se puso a andar. A partir de entonces se convirti� en el azote de la Monta�a, destruyendo todo lo que encuentra a su paso.
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